Capítulo 28 "Mi Historia con el Alba" (III) -
Esta semana en Historias del Alba me dispongo a contar la tercera, que no última, de la saga “Mi Historia con el “Alba”. Continuamos dónde lo dejamos hace dos semanas.
Mireia nunca entendió “Mi compromiso con la causa” y así me lo hizo saber en el Trayecto entre “El Cazador” y mi casa, de apenas dos calles
-Aixó es només futbol
-Tú t’ emociones amb las canastes de’l Joventut i no et dic res
-Aixó es diferent
-¿Diferent? Amor meu sense comentaris. Buen resultado Javi ¡Que resultado más cojonudo, eh!
-Hemos echo el gamba en la primera parte y en el inicio de la segunda. Para Segunda reforzaría especialmente la defensa. A Pol Bueso se lo han comido hoy-se giró y me miró- ¿No te ha dado la sensación de que había muchas señoras mayores mirándonos?
Si me la dio. Es una de las “tradiciones” de La Mancha que me parecen más estúpidas: cuando muere alguien, te tienes que pasar semanas y meses sin salir a la calle. Como ahora en cuarentena, pero autoimpuesto. Para mí es si será una estupidez porque el dolor lo llevas tu por dentro.
Mireia volvió a su vida normal en Barcelona. Sus clases en la UOC, las competiciones de Majorettes: chicas que desfilan moviendo una banderita en recitales de bandas de música (deporte bastante popular en Catalunya por su proximidad con Francia, dónde son potencia)
Mi semana comenzó como todas aquel año. No iba a clase, porque terminé el instituto el curso anterior y sólo me quedaba pasar la PAU. Durante algo más de un año, estudiaba 8 horas diarias. Como ya comenté en la anterior parte, me organizaba el tiempo en función de los partidos que veía, y luego me quedaba estudiando hasta la madrugada. Iba a rehabilitación los lunes y miércoles como ahora. Uno de mis fisioterapeutas, Juan, nos contó esa semana como se iba a ir hasta Lisboa dónde se iba a disputar la final de la UEFA Champions League. La final madrileña me importaba un rábano, pero mi entorno, al menos el madrileño, no hablaba de otra cosa. A la pregunta de si iba a ver la final, yo siempre contestaba lo mismo: ”Nuestra final es el Domingo a las seis de la tarde”. Seguía esta respuesta de una multitud de chascarrillos debido a ser aficionado del Barcelona “Claro como el Barça va a ver la Champions por la tele, te refugias en el Alba”
La verdad, y no me importa recordarlo las veces que haga falta, yo sigo siendo del Barça en el sentido de que prefiero que gane los tres títulos importantes antes que el Real Madrid, pero me he alejado del equipo catalán en los últimos tiempos. Todo ello gracias al señor Bartomeu, al que le exhorto a que dimita, aunque no leerá esto.
Lo que yo tenía claro, es que si el Alba perdía frente a los verdinegros, bajo ningún concepto quería que ganara el Real Madrid la Champions League. No es agradable, ver como unos que tienen millones a espuertas celebran en tu cara y se ríen, sin malicia en algunas ocasiones, de tus derrotas humildes y sin tanta fanfarria. Si se ganaba la eliminatoria me daba exactamente igual quien hubiera ganado la Champions el día anterior. Así podíamos todos celebrar cosas.
Ese lunes me llamó mi amigo Josu: Josu es un chico bilbaino que durante los últimos años de nuestra adolescencia vivió en el pueblo porque su familia estaba amenazada por ETA. Me pidió por favor, si podía llevarse la trikitixa y el tamboril “Pregúntale a Ángel que se encarga de nuestra carpa”. “A mi me parece genial, tendremos conciertito”.
Si recuerdan la segunda parte, ya comenté en aquel artículo que se celebraban las fiestas patronales en Honor a la Virgen de Magaceda. Años atrás se tenía la costumbre de que el Ayuntamiento ponía carpas en el Recinto Ferial, donde se tenía la costumbre de servir bebidas y pequeños bocadillos por un módico precio a quien se acercara, además de los puestos de comida y atracciones clásicas. Había peñas que incluso comían en la carpa, después de estar toda la noche de fiesta. Yo no lo hacía.
Conforme la semana pasaba, yo me encontraba más nervioso por el partido. Me sentía como Don Quijote delante de los molinos. Veía a los Vascos tan grandotes y fuertes. A los de Luis César los veía tan bajitos, jugando al tiki-taka como el Barça de Guardiola. Como en las películas esperaba que los bajitos fueran los que vencieran. Estaría complicado sin duda. Durante las conversaciones con Mireia hacíamos unos ejercicios de relajación que ella hacía antes de las competiciones: ”Cierra los ojos, estás en un prado verde, rodeado por una cascada”. “Somos buenos, ganaremos…”.
Llegamos al sábado anterior, a nuestro partido. El día de la final de Champions en Lisboa. Yo quería que ganara el Atlético por lo anteriormente expuesto. Vi el partido en mi casa por también expuesto anteriormente del duelo. Nos las prometíamos felices con el gol del Atletí pero Ramos nos heló la sangre. El Real Madrid ganó su Décima ansiada. Aquella noche yo no quería salir; entre Mireia y mi madre me animaron a ello. Cuando hubo terminado el partido, en el camino hacía la Feria, alguien grito ¡“La Virgen de Magaceda es Madridista!” “¡Los cojones, es Albacetista!” dije.
Nada más entrar en la Feria, me esperaban ya algunos conocidos para cargarme’ como dirían los argentinos.
Fue una noche que necesitaba, después de meses de tristeza por fin salia. A la puerta de la Carpa ya estaba Josu con la trikitixa. Le saludé, le dí un abrazo. Durante la semana inventamos una canción para el Alba, basada en la base instrumental del himno del Alavés:
Bravo equipo blanco
Que resurges potente otra vez
Recordando la gloria
De aquel Gran Albacete Balompié
La Mancha puso en ti
Su esperanza y su gran ilusión
De que llegues a ser
De la B mañana, campeón
¡Ánimo, pues! Valiente Albacete
¡Ánimo, pues! Con entusiasmo hay que luchar
Para lograr de nuevo aquellos triunfos
Que dieron gloria a nuestra tierra y la ciudad
¡Ánimo pues! Valiente Albacete
Poned coraje y nobleza al pelear
La Mancha entera y aplaude y te acompaña
Para poder La plata alcanzar
Si no lo repetimos durante 15 o 20 veces no lo hicimos ninguna. Mi amigo Josu iba soltando “irrintzis” (gritos de alegría) a cada poco. Fue una noche agradable. Un amigo imitando a “Butanito” García iba comprobando mis nervios con una pregunta “Montoya a unas horas del partido finaaaallll”, nivel de nervios “7.5”
Llegamos al día de autos: el día amaneció soleado primaveral. El triunfo madridista copaba las portadas. A mi me importaba un pijo.
Nos quedamos a comer en la carpa. Hicimos paella, calçots y carne asada con patatas. Eramos ciento y la madre. Pusimos un escudo del Alba con papel Albal y una bandera de CLM. Un letrero invitaba al optimismo “No molesten, soñamos despiertos”
Cuando salieron nuestro héroes quitamos el sonido de la tele y el himno del Alba se escuchó en toda la Feria. La suerte estaba echada.
No pudo comenzar peor el encuentro: una mano involuntaria de César Díaz fue considerada penalti. Jito transformó.
A los veinte minutos una mala circulación de balón provocó una contra letal. Gerardo Carrera hizo el 0-2.
En este punto de la historia, pensaba “Madre mía, encima ganó el Real Madrid anoche” “No me merezco esto, vaya año de mierda” “Si mi padre hubiese visto esto” “La que me espera en Madrid. No salgo en 5 días”…
A la media hora un rayo de luz. Esos segundos se me hicieron eternos “Es un buen saque de córner, ojo que va bien, ojo que le llega a Rubén, ha golpeado bien, me parece que ha entrado ¿Celebro ya o espero, celebro ya o espero me cago en Dios? ¡¡¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL!!!! Una explosión increible. Mi amigo Javi me destrozó mis partes a ir a abrazarme. Estaba tan eufórico que ni lo noté ¡¡¡Queda uno, Queda UNO!!! Gritaba afónico.
Cinco minutos después la segunda: “Ojo, Buena combinación. Amigo y paisano Samu no la pierdas por nuestra tierra y Carmen, tu madre no la pierdas. Me cago en diez que le sale un túnel ¡¡¡CESAR SOLO!!! No vi bien el final de la jugada porque Javi y Germán el argentino lo celebraron segundos antes ¡¡¡GOOOOOOOOOOOOOOOOLLLLLLLLL DE SAMU!!! Me salió del alma. Otra vez me golpearon en mis partes pero ni lo noté. Estaba eufórico, con la cara absolutamente roja. Ví a César Díaz llorar y empecé en aquel momento también. 2-2 y así nos fuimos al descanso.
Me fui al baño y pensé “Dentro de una puta hora sabrás si estás en el infierno, o vuelves a pelear objetivos medianamente dignos”. El cielo en mi pueblo se empezaba a nublar ¿Sería mi padre que desde el cielo se puso la camiseta del Alba?
En la segunda parte de abstraje de absolutamente todo: del partido, de la gente, de las Fiestas… incluso de mi alma y de mi propia existencia.
Apenas hablé en el segundo tiempo. No me acuerdo bien pero diría que me transformé en Luis César y daba órdenes a los jugadores. A decir verdad, el Sestao ni la olió. La incertidumbre la ponía el marcador y que los verdinegros maximizaban los errores del contrario. Si Diego Benito hubiese metido la volea que tuvo en el 60′ se hubiese caído el Estadio, a mi me provocaría un infarto y tendríamos que dar por finalizada la Historia.
Los últimos minutos me parecieron horas. No se terminaba de finiquitar el partido y pasaba muy despacio. Salió Antonio Calle, uno de los mitos del albacetismo y tan amado como odiado, para aguantar balones y oxigenar el ataque.
Uno de sus últimos toques casi nos cuesta el gol en el último minuto; pero el centro de Resines lo despejó José Manuel Rojas como buenamente pudo. Euforia y estallido otra vez. El Albacete volvía a Segunda.
Todo el mundo vino a abrazarme. Bueno todo el mundo menos una persona lo hizo. Mireia se alejo, le preguntó a mi amiga Rosa “¿Por qué se pone así? Rosa la miró con furia: “¿Con el año que está pasando tienes el cuajo de preguntar eso?” Esta conversación la supe un año y medio después, cuando la catalana era más historia dolorosa que otra cosa.
Mientras esto pasaba yo me abrazaba con Javi: ¡¡”Ya lo tenemos, LO TENEMOS HOSTIA!!!” Y volvimos a llorar como niños, como tantas veces aquel año.
Ese Domingo 25 de Mayo hubo elecciones europeas en España. Fue el día que descubrimos a PODEMOS. A Ángel le tocó estar en la mesa electoral, y por celebrar un gol de Alba casi se lo llevan detenido.
Mi tío Félix tiró dos cohetes: uno por cada gol. El conoció a Parrita “El del Bombo”. Los Villamayorenses los interpretaron como uno de tantos en unas fiestas patronales. Lo voy dejando por aquí. Es lo segundo más largo, quitando trabajos académicos que he escrito nunca.
Habrá cuarta parte
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